lunes, 19 de abril de 2010

Fiscales escolares ayudan a rescatar a niños peruanos de la violencia en sus hogares

La pequeña solía lucir deprimida en el aula. Ella podría llamarse Melissa, Verónica o María; el nombre es lo de menos pues su historia va más allá de ese detalle. A sus cortos 12 años, ya conocía de los golpes de la vida, esos que le propinaba su padre, un ex presidiario que llegaba ebrio a casa y la emprendía contra su débil humanidad con cualquier pretexto.

Pero no era sólo el mal padre, sino también los hermanos mayores que la maltrataban físicamente, aprovechando que su madre trabajaba todo el día fuera de casa para sostener el hogar. Un día la niña no sólo llego deprimida a la escuela sino también llena de moretones y excoriaciones. Su situación llamó la atención de sus compañeros de clase que decidieron actuar.

Convocaron entonces a la fiscal escolar, una estudiante líder escogida por su sentido de responsabilidad y su ascendencia entre sus compañeros para velar por sus derechos. Se hizo el procedimiento respectivo y la pequeña víctima fue sacada del hogar que se había convertido en una cantina para vivir en un albergue lejos del alcance de los puños violentos de su alcohólico progenitor y de sus desalmados hermanos.

Como estos han sido 15 los casos – ya judicializados - de violencia física, sicológica y sexual de parte de padres y también de profesores que el año pasado ayudaron a resolver los fiscales escolares, apoyados por representantes del Ministerio Público.

“Nuestra labor es acercarnos a nuestros compañeros y ver cómo podemos ayudarlos si están siendo víctimas de algún tipo de abuso”, comenta Stefanny Palomino, una de las más de cinco mil fiscales escolares y fiscales ambientales que hay en el país.

Julita Pachas, fiscal superior y coordinadora nacional del Programa nacional “Fiscales escolares”, explica que en las reuniones que cada magistrado provincial tiene con los fiscales escolares y ambientales se les capacita sobre sus deberes y derechos para que sepan conocerlos y diferenciarlos, sobre los valores cívicos y los derechos humanos, y también todo lo referente al cuidado del medio ambiente y reciclaje.

“Este trabajo de los chicos ayuda mucho a los fiscales en su tarea de combatir el delito. Como ya tenemos el nexo con ellos es más fácil llegar a las víctimas para ayudarles a resolver sus problemas”, remarcó en diálogo con la agencia Andina.

Kelly Camargo, otra destacada alumna, señaló que algunos malos profesores tampoco se escapan de la fiscalización estudiantil. Las jóvenes recuerdan que un maestro tuvo que ser denunciado por lesiones, pues en una muestra total de intolerancia les cortó las uñas a sus alumnas de tal forma y con tal violencia que las hizo sangrar. Todo eso porque desobedecieron la orden de cortárselas y no pintarlas.

Por su parte, Karen Gómez, narró que en un colegio de Lima una jovencita que había resultado embarazada, tuvo el apoyo de sus compañeros y de casi todos sus profesores, pero que no faltó un maestro discriminador que solía mostrarla a los demás como un mal ejemplo.

Otro caso que recuerda Gabriela Mayna, ex fiscal escolar y ahora miembro del voluntariado que trabaja con la fiscal Pachas, es el de una adolescente de tan solo 14 años que se dedicó a la venta de drogas al interior del colegio, bajo la influencia de su enamorado.

Para confirmar las sospechas sobre la actividad ilícita que hacía esta joven, decidieron “infiltrar” a una compañera, quien finalmente la descubrió. La joven, hoy de 15 años, está bajo tratamiento sicológico y continúa sus estudios en una escuela privada.

Esta exitosa experiencia fue aplicada como plan piloto en Lima el año pasado y ahora el objetivo es replicarla a nivel nacional.

“Lo que hacemos es preparar a los fiscales escolares y ambientales para que ellos trasmitan los conocimientos a sus compañeros y se produzca así el efecto multiplicador”, detalló la magistrada y agregó que en los colegios se aprovecha el tiempo del recreo para lanzar mensajes motivadores a través de megáfonos.

La tarea formadora de estos jóvenes se desarrolla también a través de talleres artísticos, grupos de danzas y campeonatos deportivos.

“Es un trabajo de largo aliento pero estamos decididos a continuarlo para que aquellos niños y jóvenes con problemas que no tienen a quién acudir encuentren en nosotros amigos en quien confiar”, dijo finalmente Pachas.

FUENTE: ANDINA

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